Ni amor, ni salud...Esta es la realidad.

Published: Sun, 05/17/09

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Ni amor, ni salud...
por  Valentín Fernández-Tubau
                                                                                                                           

Ni amor, ni salud es lo que desean los españoles, sino dinero y tiempo. Al menos eso es lo que dicen necesitar más que nada, según la encuesta que Metroscopia hizo para el periódico El País. La ojeé el 3 de mayo en el avión que me dirigía la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños, en Cuba. ¡Cómo me gustaría saber qué pensamientos sobre el reloj tuvieron Francis Ford Coppola, Steven Spielberg, Ettore Scola, Stephen Frears, Costa-Gavras o algunas otras grandes figuras cuando pasaron por la escuela!

 

Seguro que muchos de ellos estarían de acuerdo conmigo en que, si bien el dinero no deja de ser preocupación para tantos en todas partes, en la isla, el tiempo deja de ser factor fundamental. Entramos a una nueva dimensión donde la vida transcurre intensa pero más lenta, donde los minutos se multiplican por dos y por tanto, los podemos saborear el doble. El tic-tac del reloj no nos castra las emociones, la prisa no tiñe de gris marengo nuestra biografía, y se hace posible vivir cada instante, plenamente, casi como si cada momento fuera trascendente. Por eso, siempre que puedo, regreso a Cuba.

 

Chop Suey y carnero al vino acompañado de un buen tinto chileno y mucho afecto fue la comida que compartí con mi buen amigo Eliseo Altunaga en su casa, en La Habana. Tuvimos tiempo, para charlar, recordar, emocionarnos, reír... y también planificar. No en vano Eliseo es el "dios" del guión hispano y, en su presencia, es difícil contener la actividad neuronal por mucho que uno se empeñe.

 

Así que empezó a cuajar el germen de una idea que si la llegamos a poner en pie, convulsionará al mundo del guión. No exagero. Pero como todas las creaciones, hay que mantenerlas en el universo del pensamiento hasta que empiecen a materializarse. Compartiremos más cuando sea el momento.

 

En este viaje a Cuba no hubo huracanes, ni una experiencia tan singular como la que relataba en mi crónica del pasado septiembre, difundida por Trabajadores.cu (http://www.trabajadores.cu/news/mi-deseo-desde-cuba-es-que-no-nos-olvidemos-de-arrimar-el-hombro-de-vez-en-cuando ) y Caminos, la web del Centro Memorial Dr. Luther King Jr. (http://www.ecaminos.cu/leer.php/5202 ). Pero no por ser de menor magnitud, es menos importante. Crucé mi vida con 8 personas que dejarán huella.

 

A varias de ellas, las conocí con mi cara llena de merengue y el pelo engominado de champán, en aquella batalla inaugural del curso a finales de septiembre. El reencuentro no fue para festejar o rememorar viejos tiempos sino para asesorar 7 cortometrajes que habían ido cobrando forma en otros talleres de maestros y amigos como Julio Rojas, Arturo Arango, Yolanda Barrassa, Xenia Rivery...

 

Mi misión objetiva era doble: sumergirles en la cara oculta de los diálogos y hacer las últimas asesorías de guión individuales antes del rodaje; pero en mi agenda había planes adicionales.

 

El primer día no hablamos de sus obras. Y pude constatar cómo, en algunos, asomaron los nervios. Sin embargo, mi verdadero propósito era crear una experiencia significativa en su vida de guionistas. Y tenía 5 días.

 

Amelia, de Santo Domingo, Nurielis y Tamara, de Cuba, Chiara, de España, Regina de Argentina, Daniel de Brasil y Miguel de Perú, y nuestra alumna oyente Julia, también de Santo Domingo, se sentaban junto a mi en el semicírculo que monté para romper con la habitual distribución rígida de las aulas.

 

¿En qué gasté mi lunes? En conocerlos, en saber cómo eran, por qué escribían, por qué habían elegido esa historia, por qué querían ser guionistas, qué querían contar exactamente, por qué querían contarlo...

 

Hay asesores de guión que creen que pueden asesorar una obra asépticamente, sin conocer al autor. Y por supuesto que se puede hacer una evaluación objetiva desde los parámetros ortodoxos. Sólo hace falta dominar la técnica. Si haces eso, te puedes quedar al nivel de un buen análisis. Pero una asesoría profunda... requiere mucho más.

 

¿Cómo se puede hacer bien una asesoría de guión si no se conoce el respirar de quien lo ha escrito? Sus emociones al respecto, sus motivaciones, lo que le es importante, lo que le es imprescindible, lo que sólo son "soluciones" narrativas a problemas que se ha planteado... Todo esto lo tengo que saber y sentir antes de decir "mu". Porque si no invirtiera tiempo en eso, sería tan necio como el guionista que escribe un guión con un conocimiento superficial de sus personajes. No podría llegar al alma del asunto.

 

El concepto "tiempo", que tanto preocupa a mis paisanos, hemos de valorarlo extraordinariamente bien en la creación del guión. No podemos recortar minutos en el proceso de acercamiento a nuestros personajes, porque nuestro objetivo es poder ser ellos, reaccionar como ellos, hablar como ellos... Si la prisa o cualquier otro factor no nos permite hacerlo, obtendremos un guión muerto, sin ente, estereotipado o que suena con una voz única y monótona (la del guionista).

 

Del mismo modo que el guionista debe invertir tiempo en el conocimiento de sus personajes, el asesor ha de invertir tiempo en el conocimiento de su asesorado, si es que desea proporcionar un criterio más allá del académico, que ya se le da por sentado (porque si no poseyera dominio de la técnica, no debería ser asesor,... ni siquiera analista).

 

Por supuesto que podemos opinar sobre un plato de cocina como simples comensales; y tiene su valor como representación de un porcentaje del público. Pero opinar como chef, requiere algo más, y asesorar sobre cocina como maestro chef, más aún.

 

El verdadero valor de la asesoría lo obtienes cuando el asesor se pone en tu piel y trabaja desde la plena fusión contigo. No hace el guión para él, ni cómo le gustaría a él. Te ayuda a mejorarlo desde dentro de ti. En realidad, debe ser como el amante que se fusiona en el otro para escalar el cielo en compañía, no el que ostenta asépticamente sus artes y técnicas amatorias, dejando al otro excluido. Pero para poder hacer lo primero, es imprescindible sentir al otro y hasta ser el otro, aunque sea por unas horas. Ese es todo el secreto de las asesorías bien hechas. Hay que saber ponerse en otras pieles aparte de la propia.

 

Pero no te vayas a creer que todo es miel y música de violines. En mis asesorías, no sólo soy yo el que debe ponerse en la piel de otro. Requiero, exijo, sin contemplaciones, que tú hagas lo mismo; por supuesto, no conmigo: primero con tus personajes, y después, con tu público.

 

Seas consciente de ello o no, a través de tu obra, momento a momento, le comunicas a cada persona que forma tu público. Por tanto, debes saber qué emociones le despiertas a cada instante.

 

Lo mismo que el asesor de guión forma un especial "ménage à trois" con el guionista y su historia, conceptualmente el guionista debería hacer lo mismo con su historia y el público. Porque si deja al público excluido, la historia se convierte en un objeto onanista sin dimensión: nace y muere para gratificar los sentidos de su autor y punto. Y si bien, todo el mundo está en su derecho de practicar el arte onanista si le apetece, no lo está en exigir vehementemente que los demás le financien la práctica masturbatoria. A eso se le llama "capricho narcisista". O "pataleta megalomaniaca".

 

Pensar en el público, concretamente tener en cuenta sus emociones, no sólo nos convierte en mejores "amantes" en el juego del guión; además, nos abre una nueva dimensión, literalmente, sin retórica. Si queremos emocionar, que no es ni más ni menos que comunicar algo más allá de la frialdad de la razón, hay que aprender a palpar las emociones, tanto las de nuestros personajes como las de nuestro público. No de forma esotérica, ni ambigua... Hay que reconocerlas, darles su adecuado volumen, prever sus efectos... Toda una maestría dentro del campo estético-emocional. Pero necesaria, si vas en serio y te propones algo más que escribir unas líneas aceleradas u ofuscadas por tu propia obsesión en escribir bien o entregar un material. La paradoja es que te aseguro que irás mucho más rápido si tu radiofrecuencia está sintonizada al mundo emocional.

 

Durante la semana, hubo mucho de todo eso. Y gracias a ello, hubo el crecimiento y la maduración que yo esperaba. Más allá del guión concreto. Jugaba seguro.

 

Independientemente de lo que suceda con los guiones y con la puesta en escena que rodarán sus directores, han quedado otras cosas. Por las palabras finales que expresaron estos 8 guionistas, ya amigos, -palabras que me traje a España como uno de los más hermosos regalos que he recibido en la isla- sé que su concepción sobre lo que es el guión y la práctica de escribir guiones, ya no es la misma. Y estoy convencido de que los efectos de la experiencia no serán pasajeros. Amelia, Nurielis, Tamara, Chiara, Regina, Daniel, Miguel y Julia, a los que no tengo reparos en llamarles ocho grandes personas de exquisita sensibilidad y receptividad, verán la escritura del guión con otros ojos a partir de ahora.

 

Además, por supuesto, quedarán sus historias. Yo me enamoré de cada una de las esencias que encerraban. La de la niña que aceptaba, finalmente, a su madre enajenada; la del niño que se sobreponía a su falta de autoestima gracias a una inesperada aventura sensual; la del viejo que vencía su soberbia y aceptaba de lleno a la mujer que lo había acompañado toda su vida; la de la mujer mayor que se arriesgaba a vivir de nuevo una esperanza en algo que no podía ser más que un sueño; la del cantante frustrado que inesperadamente encontraba su destino en los brazos de la dueña de un karaoke; la del niño "invisible" que intentaba evitar el fatal destino que le esperaba a su familia por no aprender a verle; la del adolescente que se debatía entre el amor-odio hacia su padre y la encapsulada atracción hacia la novia de éste; o a de la adolescente que debía viajar a otro lugar y dejar atrás para siempre al chico que le gustaba.

 

¡Qué placer enamorarme de cada una de ellas! ¡Qué deleite saltar de unas a otras, verlas crecer y emocionarnos con ello! ¿Sabrán sus directores captar la esencia? Ojalá que sí, porque si no es así, es que no habrán probado las delicias de ese "ménage à trois" estético-emocional, necesario también entre director, historia y guionista.

 

Al final, como decían los Beatles en los 60 y no los españoles del siglo XXI, lo que necesitamos fundamentalmente para que todo funcione bien es amor, porque hay cosas que ni todo el dinero del mundo, ni todo el tiempo de la eternidad pueden conseguir en ausencia de aquel.

 

Por tanto, ¿cuál es el axioma?

 

Los guionistas que logran la fusión emocional con sus personajes y el público, crean una obra con alma. Los asesores y directores que logran la fusión emocional con la obra y sus guionistas pueden catapultar una obra hasta el límite de su potencial. Los otros,... aunque los mantengamos por misericordia o por cualquier otra razón, pragmáticamente hablando, sobran. El mundo, en realidad, es de quien sabe ver a los demás, y enamorarse de ellos.

 

Valentín Fernández-Tubau *
 
(*) Valentín Fernández-Tubau es guionista, asesor internacional de guiones y psicólogo, y, a su vez, cofundador de abcguionistas y Ars-Media
 
Para comunicar directamente con el autor: valentin[arroba]mercadoguion.com
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Aviso del autor: Dado el inmenso número de guionistas y exalumnos con los que estoy en relación y en aras un equilibrio necesario, no hago asesorías de guión más que en el marco de programas docentes en los que participo o bajo contrato de productoras o cadenas televisivas, previo acuerdo de objetivos. En estos momentos, no hago lecturas, ni análisis, ni asesorías de guión a particulares. Si eres un particular y deseas una asesoría conmigo, puedes hacerlo a través de una productora interesada en tu proyecto o a través de los programas docentes en los que participo. Gracias por tu comprensión :-)
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