Antes de entrar en materia, conviene hacer un aterrizaje sintético a su obra. Con Estación Central de Brasil (Central do Brasil, 1998) no solo alcanzó fama internacional, sino que también le valió una nominación al Óscar a Mejor Película Extranjera, mientras que Fernanda Montenegro hizo historia al convertirse en la primera actriz latinoamericana en ser nominada al Óscar a Mejor
Actriz.
Ahora, con Aún Estoy Aquí (Ainda Estou Aqui), Salles ha conquistado el primer Premio Óscar para Brasil. Este drama sobre Eunice Paiva —la esposa de un desaparecido durante la dictadura militar en Brasil— no solo ha consolidado a Salles como uno de los cineastas más importantes de su generación. Aparte del Óscar, la cinta, protagonizada magistralmente por Fernanda Torres, le valió a ella un Globo de Oro. A su vez, obtuvo
el Premio Goya a la Mejor Película Iberoamericana y distintos reconocimientos en festivales como Berlín, Venecia (Mejor Guion), Sundance y San Sebastián.
La trayectoria de Salles está marcada por una impresionante lista de premios. Baste citar que su película Diarios de motocicleta (2004) ganó un un BAFTA, un Goya, un Óscar a Mejor Canción original y un Premio del Jurado Ecuménico y Premio técnico en Cannes, aparte de un sinfín de
nominaciones y reconocimientos. Este cúmulo de galardones refleja la capacidad de Salles para trascender fronteras a través de su cine.
Las fuentes de Walter Salles
Recientemente, Salles compartió en un video —que ha comenzado a circular nuevamente en redes sociales— una lista de las nueve películas que definieron su relación
con el cine.
En el video, se le ve relajado y genuinamente feliz mientras habla de estas obras, describiéndolas con una mezcla de admiración y reverencia. Para Salles, estas películas no solo son hitos artísticos; son las piezas que moldearon su sensibilidad creativa y que, de algún modo, lo guiaron hacia la narrativa poética y humanista que caracteriza su obra.
Salles abre su lista con Toro Salvaje (Raging Bull, 1980) de Martin Scorsese, describiéndola como “una de esas películas donde cada imagen contiene toda la película”. La historia del boxeador Jake LaMotta, interpretado con furia y vulnerabilidad por Robert De Niro, es una exploración brutal de la masculinidad y la autodestrucción. El guion de Paul Schrader y Mardik Martin articula con precisión la psicología compleja de
LaMotta, utilizando la violencia física como un reflejo de sus heridas emocionales. Para Salles, la fuerza del guion radica en su capacidad para desnudar las capas emocionales del protagonista sin recurrir a explicaciones excesivas.
Luego menciona El Pasajero (Professione: reporter, 1975) de Michelangelo Antonioni, describiéndola como una obra que captura “la insensatez de la sociedad industrial”. La historia de un
periodista que asume la identidad de un hombre muerto está cargada de silencios y paisajes áridos, elementos que el guion de Mark Peploe y Peter Wollen transforma en símbolos de alienación y vacío existencial. Antonioni, con su estilo contemplativo y su uso de largas pausas, construye una narrativa que es tanto una meditación sobre la identidad como una exploración del desencanto moderno.
Antonioni aparece de nuevo en la lista con La
Noche (La Notte, 1961), un retrato sobrio de una pareja atrapada en la monotonía emocional. Salles reconoce en esta película la capacidad del guion para captar las fisuras silenciosas de una relación, donde los diálogos mínimos y los largos silencios dicen mucho más que las palabras. “Antonioni fue el cineasta que me llevó al cine”, confiesa Salles en el video.
En el centro de su lista está Andrei
Rubliov (1966) de Andrei Tarkovski, una obra épica sobre la vida del pintor ruso de iconos. El guion, escrito por Tarkovski y Andrei Konchalovsky, se articula en episodios que exploran la relación entre arte y espiritualidad en medio de un contexto de brutalidad y fe. Salles menciona que intenta regresar a esta película cada año, atraído por la belleza de su estructura y por la reflexión sobre el papel del artista en la sociedad.
Kubrick también ocupa un lugar destacado en la lista con El Resplandor (The Shining, 1980). Salles destaca cómo el guion de Kubrick y Diane Johnson transforma la narrativa de terror en una exploración psicológica de la locura y el aislamiento. La ambigüedad en el desarrollo de los personajes y el simbolismo visual refuerzan el tono opresivo de la historia, lo que convierte a la película en una experiencia sensorial más que narrativa.
El realismo emocional reaparece con París, Texas (1984) de Wim Wenders, basada en el guion de Sam Shepard. La historia de un hombre que intenta reconstruir la relación con su hijo y reencontrarse con su esposa es un ejercicio de sutileza emocional y diálogos minimalistas. Salles menciona que esta película le devolvió la fe en el cine, un testimonio de la capacidad de la narrativa simple para transmitir emociones complejas.
El cine independiente también se hace presente con Stranger Than Paradise (1984) de Jim Jarmusch. Salles admira la manera en que Jarmusch construye una narrativa fragmentada, con diálogos naturales y pausas incómodas que reflejan el aislamiento de los personajes. El guion es deliberadamente minimalista, una decisión que refuerza el tono de alienación cultural y existencial.
En su
lista también figura la obra brasileña Vidas Secas (1963) de Nelson Pereira dos Santos, un retrato crudo de la pobreza y la injusticia en el sertão brasileño. El guion, basado en la novela de Graciliano Ramos, utiliza un lenguaje seco y directo para reflejar la brutalidad de la vida rural. Salles destaca la capacidad del guion para transmitir la aridez emocional y física de los personajes a través de la economía de las palabras.
Finalmente, Salles menciona Memorias del Subdesarrollo (1968) de Tomás Gutiérrez Alea. La historia de un intelectual burgués que observa con distancia y desconcierto la transformación política de Cuba después de la Revolución se construye sobre una estructura fragmentada y una voz en off que sirve como hilo conductor. Salles destaca la complejidad política y emocional que el guion logra condensar en las reflexiones internas del protagonista.
El camino hacia la inspiración
Las influencias de las nueve películas que enumera están claramente presentes en Aún Estoy Aquí. La alienación de Antonioni, la espiritualidad de Tarkovski, la crudeza social de Pereira dos Santos y la exploración psicológica de Scorsese y Kubrick se encuentran en el ADN narrativo de su oscarizada obra.
En un mundo
donde las narrativas tienden hacia la velocidad y la superficialidad, Salles nos recuerda que el cine puede (y debe) ser un acto de contemplación y resistencia. Y para los guionistas, su mensaje es claro: escribir es un ejercicio de autenticidad y coraje. Porque las historias más memorables son aquellas que nacen de una verdad emocional profunda, como las nueve películas que definieron el camino de uno de los grandes maestros del cine contemporáneo.
👉 Ver el video completo de Walter Salles
Que estas 9 películas y las de Walter Salles nos sirvan de inspiración para seguir contando historias que importan. 🎥